Coronilla de san Rafael

 


V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.



En las tres primeras cuentas, tres avemarías en honor a la Santísima Virgen María Reina de los ángeles.

En la medalla:

Rafael tú eres el Médico

Rafael tú eres nuestro Guía

Rafael tú eres nuestro compañero

Fiel ayuda en el dolor humano

En cada una de las nueve cuentas en honor a los coros angélicos. 

Los nueve coros son los siguientes: serafines, querubines, tronos, virtudes, dominaciones, potestades, principados, arcángeles y ángeles.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos.

 ¡El cielo y la tierra están llenos de tu gloria!

Gloria al Padre;

Gloria al Hijo;

Gloria al Espíritu Santo.


Se concluye con la siguiente oración.


San Rafael,

ángel de la salud,

del amor,

de la alegría,

y la luz,

ruega por nosotros.

 

GOZOS EN HONOR A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

  

De Dios íntimo Privado

Y su Ministro escogido:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

   

Tú eres en Naturaleza

Un puro espíritu, y tal,

Que en la Corte Celestial

Descuella tu grande Alteza;

Al sol vences en belleza,

Del eterno Sol bañado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

En aquella antigua lid,

En que el valiente Miguel

Ajó al soberbio Luzbel,

Fuisteis invencible adalid.

Tropas del abismo, huid,

Pues ambos os han hollado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

De los siete más vecinos

Al trono augusto de Dios

Por uno os cuentan a vos

Los oráculos divinos.

Nuestros discursos mezquinos

Vencen tan noble dictado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

   

Principado en dignidad,

En las luces Querubín,

En las llamas Serafín,

Y trono en la majestad;

Reúnes la autoridad

Del Angélico Senado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

   

Aunque tan grande en el Cielo

Del hombre no os desdeñáis,

De allá a la tierra bajáis

Para su guía y consuelo.

De Dios tomando el modelo

A nadie os negáis, llamado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Por vos Tobías el mozo

Libre de un susto mortal

Halló bienes sin igual,

Halló mujer, halló gozo.

Por vos llena de alborozo

A Raguel su suegro amado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Sara, antes entristecida

Con siete maridos muertos

(Por ti echado a los desiertos

Asmodeo), vuelve a vida,

Y a un santo marido unida

Prole feliz le has logrado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Tú de Gabelo el dinero

Para Tobías cobraste;

Tú siempre caudal hallaste

Al que te ama con esmero.

Siempre en ti un fiel tesorero

Halla el bien intencionado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Tú a Tobías el mayor,

Ya de muchos años ciego,

Con hiél de un pez diste luego

De la vista el resplandor.

Loa el anciano al Señor

Y ve al hijo suspirado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Tú ofreces en copa de oro

Al gran Rey de la alta Sión

La limosna, la oración

Y del pecho humilde el lloro.

La piedad es tu decoro

Y hacer bien al angustiado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Ángel de salud te llama

La Iglesia, la cual opina

Que el Ángel de la Piscina

Eres tú: y quien a ti clama

De tu caridad la llama

Presto siente remediado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

Ya tu nombre mismo expresa

Que eres de Dios medicina;

De socorro rica mina

Todo el mundo te confiesa.

¡Feliz el que te profesa

Un amor fiel y alentado!

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

  

No es Córdoba solamente

La que, por ti apadrinada,

Se vio pronto libertada

De un contagio pestilente:

A cualquiera edad y gente

La salud has alcanzado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

   

Pues siempre das grato oído

Al que te llama confiado:

¡Rafael, de Dios querido,

Dad la salud, invocado!

 

Antífona: Príncipe gloriosísimo San Rafael Arcángel, acuérdate de nosotros, y aquí y en todo lugar ruega siempre por nosotros ante el Hijo de Dios.

℣. Estaba junto al altar del templo el Ángel.

℟. Teniendo en su mano un incensario de oro.

 ORACIÓN

Oh Dios que has dado a Tobías tu siervo al bienaventurado Arcángel San Rafael como compañero para el viaje, concédenos la gracia, a quienes también somos tus siervos, que también podamos ser protegidos por su vigilancia y fortificados por su ayuda. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

  En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.


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