Coronita en honor del Sagrado Corazón de Jesús
1.- Amorosísimo Jesús mío: al reflexionar sobre vuestro divino Corazón, y viéndolo todo piedad y dulzura para con los pecadores, el mío se alegra y llena de confianza de que lo acogeréis benignamente. ¡Ay de mí, cuantos pecados he cometido! Más ya como Pedro y la Magdalena, arrepentido los lloro y detesto por ser ofensas vuestras. Concededme el perdón general de todos ellos, y muera yo: os lo pido por vuestro piadoso Corazón: muera yo antes de volver a ofenderos; y no viva sino para daros en retorno mi amor por vuestro amor.
2.- Bendigo Jesús mío, vuestro humilde Corazón, y os doy gracias porque dándomelo por ejemplar, no sólo me exhortas con poderosos estímulos a imitarlo, sino también a costa de tantas humillaciones vuestras me mostráis y allanáis el camino. ¡Ah, yo fui un necio e ingrato! ¡Ah, cuán grande fue mi descarrío! Perdonadme, Señor: ya no más soberbia, ni jactancia. Con un corazón humilde quiero seguiros entre humillaciones, y buscar así la paz y la salvación de mi alma.
3.- Yo admiro, Jesús mío, vuestro pacientísimo Corazón, y os doy gracias por los maravillosos ejemplos de invicta paciencia que nos disteis. En ellos veo confundida y reprobada mi extraña delicadeza, que no sabe sufrir la menor incomodidad, ni el más pequeño trabajo. ¡Ah, Jesús mío, amabilísimo!, infundid en mi corazón un amor fervoroso y constante a las tribulaciones, a las cruces, a la mortificación y penitencia, para que siguiéndoos hasta el calvario, llegue con vos a los gozos perdurables de la gloria.
4.- Amable Jesús mío, a vista de vuestro apasibilísimo Corazón, me horrorizo del mío tan desemejante y contrario al vuestro. ¡Cuán frecuentemente a la menor sombra de ofensa, a una sola palabrilla me altero y prorrumpo en amargas quejas! Perdonad, Dios mío, los desordenados transportes de mi inconsiderada ira, y dadme gracia para que ya en cualquier acontecimiento y contrariedad, imite vuestra inalterable mansedumbre y de esa manera goce perpetuamente de una santa y dulce paz.
Convirtámonos a María, y llenos de una grande confianza en su corazón maternal, digámosle:
V. Cor Iesu flagrans amore nostri.
R.
Inflamma cor nostrum amore tui.
Tesoro de
Amor escondido en el Corazón de Jesús.
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